Hoy en día, el enemigo de nuestras almas ha preparado una mesa con todos sus manjares para atrapar y esclavizar al pueblo de Dios.
Al igual que Faraón no quiso dejar libre al pueblo de Dios, de igual manera el príncipe de este mundo se resiste en dejar ir a los que Dios está llamando.
A través de la CONCUPISCENCIA de los OJOS y los deseos ilícitos de la carne, atrae al descuidado como lo hizo con Eva, y lo hace comer del árbol prohibido.
Debemos preguntarnos, ¿Qué “comida” le estoy dando de comer a mi mente y a mi alma?
¿De que me estoy alimentando?
Por ejemplo, la “comida” de las películas de cine.
Es imposible que los que escriben los guiones para las películas, no expresen algo de lo que ellos son y de lo que piensan.
Del corazón degenerado y perverso solo salen malos pensamientos, adulterio, fornicación, perversión, temores, amarguras y violencia.
La pantalla del cine y la mayoría de programas de televisión, están llenos de estas expresiones e intenciones de Satanás.
Cuando el creyente mira estas cosas en los medios de comunicación, está “comiendo” de la mesa de los demonios, y su mente se contamina y su espíritu se enfría.
(¡Cuida la VIDA que Dios te ha dado! No te alimentes del mundo)
...Cuando los Israelitas en el desierto CODICIARON CARNE, Dios les envió miles de codornices y cuando en sus deseos carnales las comieron, se enfermaron y muchos se murieron, porque no pudieron asimilar la carne.
“Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande.
Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso.” (Números 11:33-34)
Así está pasando hoy en día, muchos creyentes están enfermos y debilitados espiritualmente y algunos duermen la muerte eterna por no discernir el cuerpo de Cristo y desean participar y comer de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios también.
Si comemos de la mesa del diablo, se alimenta la naturaleza pecaminosa, y somos hinchados con la levadura de este mundo.
La levadura de orgullo y autosuficiencia, hincha e infla y así se mezcla la CARNE con el ESPÍRITU.
Si no damos muerte a la carne y al “yo”, habrá una MEZCLA que fermenta el evangelio y CONTAMINA NUESTRA OBRA por el Señor.
Así que téngalo claro, no se puede, ni se permite comer de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.
Dios quiere que SEPAREMOS lo vil de lo puro. La Iglesia en su infancia era pura,
cuando se discernía alguna IMPUREZA o engaño, había disciplina inmediata (como lo de Ananías y Safira) y así la Iglesia se multiplicó y creció en gracia y en el temor de Dios.
La inmundicia del mundo es como la lepra que contagia, y finalmente hace que las extremidades se vuelvan insensibles al dolor, y luego desfigura los dedos, la nariz y los pies. El pecado como la lepra, hace que la CONCIENCIA sea INSENSIBLE y endurece el corazón, después desfigura la imagen de Cristo y aparece el rostro del viejo hombre...
Hoy en día, el enemigo de nuestras almas ha preparado una mesa con todos sus manjares para atrapar y esclavizar al pueblo de Dios.
A través de la CONCUPISCENCIA de los OJOS y los deseos ilícitos de la carne, atrae al descuidado como lo hizo con Eva, y lo hace comer del árbol prohibido.
Debemos preguntarnos, ¿Qué “comida” le estoy dando de comer a mi mente y a mi alma?
¿De que me estoy alimentando?
Por ejemplo, la “comida” de las películas de cine.
Del corazón degenerado y perverso solo salen malos pensamientos, adulterio, fornicación, perversión, temores, amarguras y violencia.
La pantalla del cine y la mayoría de programas de televisión, están llenos de estas expresiones e intenciones de Satanás.
Cuando el creyente mira estas cosas en los medios de comunicación, está “comiendo” de la mesa de los demonios, y su mente se contamina y su espíritu se enfría.
(¡Cuida la VIDA que Dios te ha dado! No te alimentes del mundo)
...Cuando los Israelitas en el desierto CODICIARON CARNE, Dios les envió miles de codornices y cuando en sus deseos carnales las comieron, se enfermaron y muchos se murieron, porque no pudieron asimilar la carne.
“Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese masticada, cuando la ira de Jehová se encendió en el pueblo, e hirió Jehová al pueblo con una plaga muy grande.
Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava, por cuanto allí sepultaron al pueblo codicioso.” (Números 11:33-34)
Si comemos de la mesa del diablo, se alimenta la naturaleza pecaminosa, y somos hinchados con la levadura de este mundo.
La levadura de orgullo y autosuficiencia, hincha e infla y así se mezcla la CARNE con el ESPÍRITU.
Si no damos muerte a la carne y al “yo”, habrá una MEZCLA que fermenta el evangelio y CONTAMINA NUESTRA OBRA por el Señor.
Así que téngalo claro, no se puede, ni se permite comer de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.
cuando se discernía alguna IMPUREZA o engaño, había disciplina inmediata (como lo de Ananías y Safira) y así